Estas notas surgen como una reflexión a partir de un debate en la sede de la Comunidad de Cataluña de la ELP en la que se señalaba con meridiana claridad que los analistas “no hacemos sociología”[1].

Se trata de una reflexión útil y necesaria para pensar desde dónde hablamos los analistas cuando hablamos de Crisis, en un tiempo en el que estamos discutiendo temas y significantes del Otro. Entre otras cuestiones hablamos de Victima! y de Crisis. Dos significantes que no forman parte de los conceptos del psicoanálisis.

Es evidente que son esfuerzos por hablar de aquellas cosas más actuales y que nos conciernen. De salir de la consulta y hablar de igual a igual con todos. Intentos de leer e interpretar algo de lo que ocurre a los humanos de nuestra época.

En el caso de Crisis, lo primero que vemos es que es un significante multiusos como los de las navajas suizas. Cuando se dice “crisis” en seguida se supone un cierto acuerdo en su significación. Sin embargo cuando se profundiza más aparecen las diferencias.

Probablemente “crisis” sea la palabra que mejor represente esta época. No se trata de un significante nuevo. Y sabemos por la historia de la humanidad que hubieron muchas épocas de crisis e inclusive peores a esta. Épocas de transformación, de quiebre, de cambios sociales.

¿Cuando los psicoanalistas hablamos de crisis hablamos de lo mismo que los economistas, que los sociólogos, que los políticos? Evidentemente no, sin embargo hay entrecruzamientos que hemos de tener presente.

Para intentar cernir algo de lo que pasa, ya desde hace años, se utilizan y hasta se crean nuevos significantes, que vienen a ocupar el lugar del significante Crisis. Es un movimiento metonímico cuyas definiciones nunca alcanzan, que no son suficientes, de ahí que surjan nuevas.

Como lo señala Miquel Bassols[2]. … Es una crisis finalmente que se alimenta de sí misma de un modo asintótico, sin que parezca llegar nunca al mismo límite que ordena su lógica y su movimiento internos” …

Cada nombre que se le intenta dar a este Real de la crisis, introduce una nueva significación que sirve para establecer un cierto orden, algo que organice, que de un sentido.

Hace unos años se hablaba de la “postmodernidad”, también se habló del “findelahistoria”, con la masificación del consumo y la tecnología se comenzó a hablar de “hipermodernidad”, ahora desde hace un tiempo “modernidad líquida” y también de “neoliberalismo”.

 

Crisis y Sujeto

El término «crisis», en su etimología proviene del latín crisis y éste del griego Krisis que significa originalmente, decisión, derivado de separar, decidir, juzgar. Por ello el sentido de la palabra crisis tiene que ver etimológicamente con un momento de decisión en un asunto de importancia. Así vemos cómo en realidad el significante crisis viene a nombrar algo de lo subjetivo, no de lo social, ni de lo económico, a pesar del sobreuso que se hace en lo social. De manera que los analistas podemos perfectamente sustraer ese sentido de lo social y poder decir algo devolviendo el significante a su lugar.

Pensar Crisis desde la perspectiva de la responsabilidad subjetiva, es decir qué separo (en el sentido de analizar), qué decido, y qué juzgo (es decir que decisión tomo), nos recuerda a cuando Lacan habla de los tiempos de ver, de comprender y de concluir. Es decir poner la pelota en el tejado del sujeto y no necesariamente del lado de lo social, y ver qué hay de verdaderamente genuino de su lado. De eso se puede dar cuenta en la consulta del analista.

Pero claro, esto implica dejar que el significante crisis no funcione como un tapón, que impida dialectizar el malestar. En una época en la que priman las soluciones ortopédicas a través de la ciencia, ¿qué lugar a las preguntas? ¿Qué lugar tienen las prácticas de la palabra en la época de la imagen? ¿De qué subjetividad de la época hablamos?

Gil Caroz señala[3]:…“Si en ocasiones, la crisis es fuente de lágrimas y de dolor, es también un pasaje obligado hacia la invención y lo nuevo. Es una traducción posible de lo que dice Jacques-Alain Miller en la entrevista a la revista Marianne: “El psicoanalista es amigo de la crisis”…

En ese sentido el analista acoge las palabras de la crisis en tanto crisis subjetiva, en tanto desencadenamiento, en tanto interrogación, dando el lugar y el tiempo (cuestión necesaria esta) para poder comprender y decidir. Así una crisis podría tener una posible salida a partir de una decisión, o de un acto, con un tiempo prudencial de por medio. La prudencia aquí es necesaria. Esto nos llevaría a plantear una clínica de las crisis y de sus salidas.

 

Crisis, síntoma y real

Así pues, los analistas podemos pluralizar el significante crisis si hablamos de una clínica y de sus salidas, no en el sentido de la psicología cuando se habla de crisis vitales sino a través de la introducción de lo Real que se manifiesta en el síntoma. Cómo lo señala M. Bassols[4]:…De una forma o de otra, los momentos de crisis son siempre momentos de pérdida de un goce que retorna bajo las distintas formas del síntoma. Implican, cada vez, la irrupción de un real que exige una respuesta al ser que habla”….

Para entender un poco más esto, o quizás para complejizarlo, retomemos lo que Lacan nos señala en “La Tercera” donde plantea claramente que el acceso a lo real no se alcanza con la representación sino que el único acceso posible a lo Real es por el síntoma, por la letra del síntoma. Y ciertamente nos orienta en cómo tratar las Crisis.

Luego señala[5]:… “El sentido del síntoma depende del porvenir de lo real, del éxito del psicoanálisis. Lo que se le pide es que nos libere de lo real y del síntoma. Si triunfa, si tiene éxito en esta demanda (…) podemos esperar todo, o sea, un retorno de la verdadera religión, por ejemplo, que como ustedes saben, no parece que vaya a declinar. La verdadera religión no es loca, todas las esperanzas le sirven, si puedo decirlo; ella las santifica. Pero si el psicoanálisis tiene éxito, se extinguirá por ser sólo un síntoma olvidado”…

Conclusión

Volviendo al principio, vemos cómo en efecto Lacan nos responde que los analistas no hacemos sociología. Siguiendo en “La Tercera”, Lacan señala que el síntoma social si cabe, es el del sujeto (lo llama proletario) que no tiene ningún discurso con el cual hacer un vínculo social (semblante). Lacan dice[6]: … “Socialmente el psicoanálisis tiene una consistencia distinta a la de los otros discursos. Es un vínculo entre dos. Justamente por esto se encuentra en el sitio de la falta de relación sexual. Esto no basta en absoluto para convertirlo en un síntoma social, puesto que una relación sexual falta en todas las formas de sociedad. Está ligado a la verdad que constituye la estructura de todo discurso. Además, es precisamente por esto que no hay verdadera sociedad fundada sobre el discurso analítico

 

[1] Comentario de Guy Briole, durante el debate, en el espacio Enseñanzas del pase – «Final de análisis y pase» (Anna Aromí) Sesión del 10-4-15. En la CdC ELP

[2] M. Bassols, Texto de preparación del Congreso de la NLS, Ginebra 9 y 10 de Mayo de 2015, sobre el tema “Momentos de crisis”.

[3] G. Caroz, Texto de presentación del Congreso “Momentos de crisis”, de la NLS (trad. M. Alvarez)

[4] M. Bassols, Texto de preparación del Congreso de la NLS, Ginebra 9 y 10 de Mayo de 2015, sobre el tema “Momentos de crisis”.

[5] J. Lacan, La Tercera, Conferencia de Roma (1974)

[6] J. Lacan, La Tercera, Conferencia de Roma (1974)

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