Hemos tenido la oportunidad de escuchar en los diferentes encuentros preparatorios de las jornadas, que en un análisis abundan momentos de crisis, e incluso como se ha comentado, cada sesión podría ser contemplada como una crisis.

El final de la experiencia analítica, tal y como podemos extraer de las enseñanzas del pase a través de los testimonios de los AE, revelan puntos especialmente críticos del trayecto final, así que, ¿porqué no pensar el trayecto final también como una crisis?

Si bien cada testimonio está, como no puede ser de otro modo, atravesado por su singularidad, son unos cuantos testimonios los que coinciden en nombrar como momentos críticos, en tanto dificultosos, complicados, en los que se juega un cambio, un cambio decisivo, una reconfiguración, un cese… los siguientes momentos:

Construir y atravesar el fantasma, destilar la letra del síntoma, cercar el goce del Uno, extraer el objeto del campo del Otro, la inexistencia del Otro, toparse con su agujero, y la correlativa operación en relación a la transferencia como la caída del sujeto supuesto saber, el hacerse cargo de aquello que uno alojó en la persona del analista, etc.

Los diferentes testimonios de AE, dan cuenta de cómo fueron esos momentos para cada uno, y he elegido como referencia bibliográfica de momentos críticos del trayecto final de la experiencia analítica, diferentes citas de Mauricio Tarrab, tanto de algunos de sus testimonios, como de sus libros: En las huellas del síntoma y La fuga de sentido y la práctica analítica.

Mauricio Tarrab ha transmitido, cómo diferentes momentos del trayecto final, sitúan al sujeto en un brete similar al que se encuentra “un pez frente a una manzana”(1) para comentar lo complicado y perplejo que resulta confrontarse a determinadas cuestiones.

En su testimonio “La identificación no es el destino” (2), relata un primer momento correlativo a la construcción del fantasma: “ser el soplo del Otro”, la misma construcción hace tambalear esta identificación primordial y lo confronta con un “contragolpe brutal de angustia y un recrudecimiento impactante de los síntomas”, a partir de ese momento se abriría para él “un desfiladero entre dos abismos: entre la desindentificación –consecuencia del atravesamiento “soy eso” a la evidencia de la inexistencia del Otro-”. Allí donde estaba a punto de salir “lo único que quería era volver a entrar”. Reconocer el reverso de la matriz del fantasma a partir de una interpretación de su analista: “usted siempre me dice que es el deseo del Otro. Pero no reconoce aún detrás de esa máscara su propio deseo”, permitió separar el goce de la significación, y el objeto dejó de cumplir la función de mediación de antaño.

Esta época la nombró como un “tembladeral”, en la que pudo dilucidar cómo se anudaban en la transferencia, el soplo, la palabra y algo mudo. Se abría entonces, el último tramo del análisis: la extracción del objeto voz del campo del Otro y la separación del analista sin que deviniera en sacrificio, orfandad o angustia.

En su testimonio “Y el soplo se vuelve signo”(3), comenta que hacerse escuchar por el analista, era un modo de desprenderse cada vez del objeto que le enmudecía, esa era la última puntada, dice Tarrab, de separarse de lo que le enmudecía así como del goce de hacerse escuchar allí.

Asiste a una clase que dicta su analista, y no lograba entender nada de lo que decía… estaba un poco “desprendido”.

Desprendido sería entonces el significante nuevo que produciría en análisis que implicaba una disponibilidad libidinal desconocida hasta ahí, un modo de decir ”que hay algo de la incidencia de la pulsión que en cada sujeto ha encontrado su singular manera de pasar más allá de lo que era la cárcel del fantasma” (4).

“Nos queda al final un agujero en el Otro que verifica su vaciamiento, y un significante nuevo que tiene valor de real y que no viene a ligarse a nada del Otro, sino a realizarse en un hacer-ahí-con eso” (5).

Así, para Mauricio Tarrab, el trayecto final de la experiencia analítica que se inauguró con la construcción del fantasma, época crítica que nombró como “tembladeral”, la cual va cesando poco a poco, y resuelve con la producción en análisis de un significante nuevo: “desprendido pero ligado”.

Y como nos dirá en su testimonio “Entre relámpago y escritura”(6): “Durante el tramo que va entre el final del análisis y el Pase, (…) se confirma la instalación de un nuevo régimen de satisfacción, ya fuera del fantasma donde se anudarían de otro modo el objeto de la pulsión y el real que se aísla, así como el Otro y el partenaire”.

Silvia Nieto. Miembro ElP y AMP. Madrid (Elaborado en el marco de la Comisión Bibliográfica).

(1)Lacan, J. Seminario 21 inédito Los no incautos yerran. Clase 12 Febrero 1974.

(2)Tarrab, M. Testimonio: “La identificación no es el destino”.

http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=jornadas&SubSec=jornadas_eol&File=jornadas_eol/015/testimonio_tarrab.html

(3)Tarrab, M. Testimonio: “Y el soplo se vuelve signo”.

http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=el_pase&SubSec=testimonios&File=testimonios/tarrab_soplo.html

(4) Tarrab, M. La fuga del sentido y la práctica analítica. Ed. Grama. Buenos Aires. 2008. Pág. 47.

(5)Tarrab, M. En las huellas del síntoma. Ed. Grama. Buenos Aires. 2005. Pág. 40.

(6) Tarrab, M. Testimonio: “Entre relámpago y escritura”. http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=el_pase&SubSec=testimonios&File=testimonios/tarrab_entre.html

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