Una vez más Fernando León de Aranoa, director de Barrio, Los lunes al sol y Princesas pone la cámara sobre las relaciones humanas en un mundo en crisis, en este caso, su último film: Un día perfecto. Se desarrolla en un lugar impreciso de la guerra en los Balcanes, imprecisión que se mantiene a lo largo de toda la película, dando un tono a veces distante, pero muy cerca de lo real. Lo inconsistente y fragmentario del relato nos acerca aún más a lo real que se trasmite.

Los cascos azules tratan de controlar la zona, unos cooperantes tratan de llevar a cabo su misión: sacar un cadáver de un pozo para evitar la contaminación, la misión se convierte en imposible, pues el verdadero enemigo resulta ser la irracionalidad del protocolo, en este caso el protocolo militar, lo peor que te puede pasar, la sinrazón extrema.

Llama la atención la ineficacia del despliegue de medios en los cuarteles frente a la resolución de los seis colaboradores que no cuentan más que con sus recursos sintomáticos, sus propios conflictos, uno por uno, traspasando incluso las particularidades y origen propio de los actores. Esto recuerda las declaraciones de uno de ellos,Tim Robbins, que a su paso este verano por el Festival de Teatro de Almagro, esta vez como director, declaraba a la prensa local: “en los momentos de crisis es más importante hacer uso de los cuerpos de los actores y menos del despliegue de técnicas , eso permite una mayor independencia creativa”. Interesante propuesta: poner en juego el interés particular y el cuerpo como tratamiento frente a la irrupción traumática de lo real.

Eugenia Insúa. Miembro ELP y AMP. Galicia.

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