En 1967, al presentar su Proposición sobre el Analista de la Escuela, Lacan sostiene que «nuestro porvenir de mercados comunes será balanceado por la extensión cada vez más dura de los procesos de segregación», y ubica el campo de concentración como la «reacción de precursores en relación a lo que se irá desarrollando como consecuencia del reordenamiento de las agrupaciones sociales por la ciencia y, principalmente, de la universalización que introduce en ellas» (1).

En 2015, la extensión de los procesos de segregación en nuestro país es evidente… y vemos en los Centros de Internamiento para Extranjeros reflejada la lógica del campo de concentración. La particularidad de esta época reside en un contacto entre civilizaciones a gran escala, en unos movimientos de personas a lo largo de la geografía que provoca una coexistencia – que sólo en algunos casos será convivencia- de las formas en las que cada uno goza (vive, sufre, ama, come, habla…), de lo más particular de cada uno, que se elabora y practica dentro de un grupo.

Bajo el discurso dominante de esta época – que se caracteriza a la vez por la multiplicación de movimientos “alternativos” al orden establecido y la introducción de derechos de múltiples colectivos- el reordenamiento de las agrupaciones sociales por la ciencia, y esa universalización que introduce, produce un fuerte rechazo que se concreta en la figura del que resulta diferente, que incomoda, ya sea por provenir de “afuera”, o por tenerlo en casa. Es un otro que subvierte un orden social establecido siempre artificialmente: el inmigrante y el antisistema son dos figuras que encarnan hoy este rechazo.

Desde el psicoanálisis lacaniano entendemos que ser un inmigrante es el estatuto mismo del sujeto, porque el sujeto está definido por su lugar en el Otro: ya antes de nacer, porque se habla de él, se le proyectan profesiones, se le busca nombre… y durante toda su vida, porque será con los otros como se introducirá en el mundo humano (será el Otro quien le transmitirá el lenguaje, las normas…). El hogar de alguien siempre está en el lugar del Otro, porque es este Otro quien lo acoge, quien le habla, quien lo hace humano. En ese sentido todos seríamos inmigrantes.

La historia nos muestra que la concepción, o el uso, que se ha hecho de este término ha estado y está asociado (tomemos la definición del diccionario de la RAE), a aquél que llega a otro país “para establecerse en él, especialmente con idea de formar nuevas colonias o domiciliarse en las ya formadas”. La dificultad ha aparecido cuando ese que llega a donde sea lo hace llevando consigo sus creencias, costumbres, estilos de vida, prácticas… que pueden ser afines o sumamente distintas a las locales. La especie humana, al agruparse en colectivos dominantes, ha generado un discurso de normalidad que conllevaba su excepción, lo que quedaba fuera y debía ser normalizado en nombre del bien del otro. La barbarie ha ocultado el rechazo fundamental, absoluto, a la diferencia, y por ende a la humanidad del bárbaro.

Freud ya comentaba, en 1921, que el odio común puede unificar a una masa. Esta unificación en torno al odio produjo en 2006, en Barcelona, uno de los episodios más impactantes, y lamentables, de los últimos años. Ante ello dos creadores realizaron un documental (2), Ciutat Morta (Ciudad Muerta), como respuesta, creación, ante un momento crítico. En él se muestra a una masa aglutinada en torno al Cuerpo de Policía, que reacciona ante el incidente ocurrido a uno de sus miembros con un odio sin límites, sin freno. Algo ha escapado al control de los acontecimientos y alguien tiene que pagar por ello. Y ahí vemos el funcionamiento de la masa: la respuesta inmediata, sin tiempo para la elaboración, la investigación, el esclarecimiento. Se señala a personas que están al alcance, o que ni siquiera están en el lugar de los hechos pero que responden a un patrón de lo diferente. Y a partir de esos señalamientos, el Cuerpo de la Guardia Urbana, la policía de Barcelona, responde, reconociéndose sus miembros entre sí: “identifican” (como sostienen los policías del documental, y siguen sosteniendo algunos medios de comunicación) a alguien por un peinado, miran hacia otro lado ante las palizas, o colaboran con golpes, o arrancando las rastas – lo que distingue-, a alguien a quien ya han condenado. Hay una voluntad de acabar con eso que se rechaza (ese peinado, esa persona, esa diferencia); hay una identificación del otro, el “diferente”, agrupado en torno a una estética determinada, o un color de piel u origen -supuesto o comprobado-, asociados a prejuicios determinados, y hay también una identificación en torno al Cuerpo de Policía. «El racismo se enraíza en la fraternidad del cuerpo” (3).

Algunas de los hechos que ubica el documental pueden leerse a partir de la lógica del discurso imperante, que señala Jorge Alemán en su artículo «Capitalismo sin Nombre del Padre» (4): el discurso capitalista, que rechaza la modalidad de lo imposible, elimina el límite, provocando que nada funcione como punto de amarre. Se trata entonces de una lógica inhumana, porque precisamente lo humano está marcado por la imposibilidad, por la falla. Frente a esa intención de producir sujetos sin legado histórico ni herencia simbólica, desde el activismo, desde la creación, se pone en jaque esa intención, recordándonos lo fundamental del legado humano. Desde el ejemplo de la cooperativa Metromuster, cuya propuesta es «deconstruir códigos desde el activismo» (5), sus producciones son un testimonio de que no todo se puede, de que los actos no pueden quedar impunes, que hay una responsabilidad en ello (la asuman o no los protagonistas de los mismos). Y mediante la conversación con distintos movimientos y creadores, el psicoanálisis tiene para ofrecer otras lecturas del discurso dominante, que abran al diálogo, al debate, la elaboración.

 

Soledad Bertrán. Socia de la Comunidad de Catalunya de la ELP.

 

 

(1)http://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=4&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=183&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10

(2) https://ciutatmorta.wordpress.com/

(3) Eric Laurent, «Racismo 2.0»: http://www.telam.com.ar/notas/201405/65200-pablo-chacon-racismo-20-eric-laurent.html

(4) http://www.eldiario.es/zonacritica/Capitalismo-Nombre-Padre_6_400419970.html

(5) http://metromuster.cat/

 

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