Hay un lazo indisoluble que existe entre una crisis, una urgencia subjetiva y el psicoanálisis, ambos se fundan en lo imposible de simbolizar, en el traumatismo.
Detrás de los llamados trastornos del cuerpo encontramos un goce que debe ser tratado vía la interpretación. Para ello es necesario que algo del orden del relato comience a desplegarse.
Vemos en la época actual un fracaso de los modos tradicionales de regulación del goce.
Una crisis es lo real desencadenado e imposible de dominar. Afecta a los cuerpos. ¿Qué respuesta dar cuando lo real se agita en los cuerpos?
Un joven llega desesperado y espantado frente a los embrollos y experiencias confusas con la sexualidad. “Soy un cuerpo de hombre, tienen, entonces, que gustarme las mujeres; este cuerpo, para él ligado a la anatomía, podrá sufrir una torsión en las entrevistas a, “tengo un cuerpo”, sustancia gozante, que goza orientado por las marcas, por ese ensamblaje de la carne y las palabras.
Una púber es traída por su madre, porque se corta. Más bien la pubertad para ella ha sido una erupción volcánica, como diría Rosa lópez, que un despertar de la primavera. Ha sido tan abrupto el cambio, su humor, su cuerpo, la angustia, la tristeza, lo insoportable que se ha vuelto todo aquello que antes era tan familiar, que apela al recurso más a mano que tiene, su cuerpo, para acallar y localizar lo desenfrenado. Después de varias sesiones y de su asombro dado que ella pensó que en las entrevistas no íbamos a conversar, como lo hacemos, dirá: “la última vez que me corté, antes me miré el brazo, me asusté, como pude hacerme eso, me vi las marcas, y aunque no siento dolor, me preocupé, igual no puedo dejar de hacerlo”. Su consulta puede así no reducirse a los cortes y no ser ellos la única vía de alivio frente a lo insoportable de la angustia, sino abrirse a un retoño de pregunta por otras cuestiones que le pasan. Odia su cuerpo, ya no se siente en danzas como antes, ha dejado de comer carne; y a pesar de que el chico que le gusta se le acercó para que salieran, ella no soporta que la toquen, que quiera tomarla de la mano. Ese cuerpo de niña, dócil, que ella sentía libre se ha vuelto desobediente.
Una mujer viene como última alternativa, hace un año que su cuerpo le duele, todo empezó como un hormigueo, ahora es dolor, imposible de localizar, constante. Es como si su cuerpo “bulle”. No entiende que pasa, ni los casi 15 años de análisis, ni recorridos por neurólogos, clínicas especializadas, estudios, han logrado decirle que le sucede. Va a hacerse masajes, reiki, meditación, toma medicación y nada, siente que su cuerpo desobedece a todo lo que ella pueda hacer para calmar el dolor.
Yendo por la vía de que todo tiene una razón de ser, se extravía pensando en que el origen de su padecimiento está ligado a la muerte de una amiga poeta, justo hace un año. Pero no fue este hecho obvio, traumático, de la muerte, lo que desencadena el dolor, que irrumpe y la remite a una encrucijada de tomar una decisión, a un: ¿y ahora qué? Será la adolescencia de su propio hijo, que la lleva al agujero de que hará con su vida si ya no se trata de ser una buena madre. Este cruce singular entre la muerte de su amiga, homosexual, que la seducía todo el tiempo, y el ya no encontrarse con su hijo niño, la interroga acerca de su goce sexual en el encuentro con el Otro (sexo) y esto, como lo describe Etel Stoisa, en su artículo “Pubertades cíclicas”, no siempre sucede cuando se produce el estallido hormonal como momento evolutivo.
Crisis ¿Qué dicen los psicoanalistas?
En las viñetas anteriores hay un quiebre de la homeostasis, una ruptura en la vida de estos sujetos, para la cual se encuentran sin armas.
Que algo del orden del relato comience a desplegarse permite salir del anonimato de las etiquetas actuales, que la pulsión se ligue y dejen de ser anónimos o pertenecientes a un grupo para ir a lo más singular de la respuesta de cada uno.
Al psicoanalista se le consulta sobre lo que escapa al saber, allí donde hay un agujero en la comprensión del saber, estructural.
El decir de los psicoanalistas tiene reglas pero no recetas. Esta más del lado de la creación, de la invención.
Se trata de orientarnos con esos trozos de real, bordes de lo real que se dejan atrapar por el síntoma, en la singularidad de cada caso. El psicoanálisis tiene una praxis y una teoría orientadas por una política que no es la del discurso amo imperante en la época.
En cada viñeta clínica que presenté la posición del analista fue por la vía de hacer de límite a la errancia de goce del sujeto permitiéndole así sostener las preguntas que le generan su modo singular y sintomático de anudar la palabra, el cuerpo y lo real.
Sonia Pieroni. Miembro EOL – Pcia. de Neuquén
Bibliografía
-Miller, J. A. Entrevista en Revista Marianne. 2008.
-López, Guillermo, “El cuerpo que quema en la adolescencia”. Revista Digital Virtualia 29. Noviembre 2014.
-Stoisa, Etel, “Pubertades cíclicas” en Psicoanálisis con niños y adolescentes 4 Incidencias de la última enseñanza de Lacan en la práctica. Ediciones Grama. 2014
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