Bajo el titulo Mi enseñanza[1] y dentro de las “Paradojas de Lacan”, Jacques-Alain Miller reagrupó tres conferencias ofrecidas por Jacques Lacan en el año 1967 – 68, como consecuencia de la publicación de sus Escritos. Ante distintos auditorios Lacan produce este material que nos ilumina y orienta sobre cuestiones fundamentales del tema que hoy nos ocupa en nuestra escuela: “Crisis” ¿Qué dicen los psicoanalistas?

Lacan muestra que el psicoanálisis no goza de ninguna extraterritorialidad con respecto a las crisis, y cómo la posición de los psicoanalistas, cuando éstos intentan obturar el agujero pueden hacerlo entrar en una. Invita a pensar también en la crisis de los psicoanalistas, en esos momentos de urgencia intrínsecos a una tarea que no es nada fácil, nada cómoda. A ellos dirige sus Escritos, a modo de hilos a los cuales sujetarse en determinados momentos.

En estos desarrollos Lacan también se explaya en la crisis producida por Freud en la tradición filosófica al mostrar que el pensamiento genera enfermos y que el ser humano, lejos de gozar de una transparencia se ignora a si mismo.

Desde una posición de anti – sabiduría Lacan nos enseña acerca de cuestiones fundamentales… si le escuchamos…

 

Lugar, origen y fin de mi enseñanza

Crisis en el psicoanálisis

 

Lugar, origen y fin de mi enseñanza fue el título de la primera conferencia, la cual tuvo lugar en Lyon. Lacan comienza hablando del “lugar”, del suyo, y se explaya para esto en mostrar como el psicoanálisis puede experimentar un grave momento de crisis, causado éste por los propios psicoanalistas. Se remonta a la crisis del psicoanálisis en Francia en el año 1953 al tratarse de instalar un dispositivo que regulase el estatuto de los psicoanalistas en el futuro. Ahí donde para Lacan el lugar en el mundo de un psicoanalista solo se lo puede conseguir por el “empujón de un acto”, las autoridades de la Sociedad Psicoanalítica de Paris creían que este se podía regular, estandarizar y por lo tanto garantizar. De esa creencia surgieron promesas electorales, implementaciones y conflictos. Lacan no se deja arrastrar por esa corriente turbulenta y un acto lo empuja fuera de ahí, a un nuevo lugar desde el cual su palabra, su decir, siempre inédito, cobrará una nueva dimensión.

La crisis fue producida por aquellos psicoanalistas que intentaron asegurar el estatuto del psicoanalista y su lugar en el mundo buscando evitar que tenga lugar para cada uno lo crítico que le es propio. Confiados en un saber acerca de qué es un psicoanalista , de qué es el psicoanálisis y de lo que habría que hacer para asegurarle su porvenir la crisis estuvo servida.

Lacan califica como grave que los psicoanalistas crean saber tanto, y ubica ahí lo que amenazaría el futuro del psicoanálisis. Psicoanalistas que quisieron transmitir que estaban ahí por el bien de todos cuando, en palabras de Lacan, solo querían estar del lado del mango.

Para Lacan la cuestión era Otra. No cree que pueda anticiparse cuál será el porvenir del psicoanálisis ni qué llegará a ser, tampoco que pueda transmitirse por la vía de la repetición de palabras que no se entienden. ¿Cómo regular el lugar en el mundo de un psicoanalista cuando éste solo se consigue por el empujón de un acto?

Lacan no sabe qué será del psicoanálisis pero muestra su deseo de que llegue a ser algo, pero no está seguro de que lo consiga si va en esa dirección, dirá, la que pondría la charlatanería y la propaganda en el lugar de lo que de la sexualidad agujerea a la verdad.

Lacan continua planteando la cuestión del origen de su enseñanza y dirá, con rotundidad, que esta no tiene otro origen que el lenguaje, lenguaje por el que nace el hombre y por el que hay verdad. Lenguaje del que dirá no tengo ni idea de donde viene. Lacan muestra ahí su posición de anti-sabiduría y dice es de sabios no fantasear demasiado con los orígenes.

Plantea a su auditorio que si bien el inconsciente está estructurado como un lenguaje, lo que esta en juego en la experiencia analítica son los agujeros en el discurso, algo que esta presente desde Freud, en el origen del psicoanálisis.

Finalizará esta conferencia con el para qué de su enseñanza. Ahí donde otros se interesaron en regular a los psicoanalistas produciendo así una crisis en el psicoanálisis, Lacan es empujado por un acto que le lleva a hacerse un lugar en el mundo desde el cual enseñar, como el dijo: para hacer psicoanalistas que estén a la altura del sujeto.

 

Mi enseñanza, su naturaleza y sus fines

Crisis – urgencia en los psicoanalistas

 

Lacan se encuentra en Burdeos, ante un auditorio conformado por internos de psiquiatría. Acaban de publicarse sus Escritos, otro modo de transmisión de su enseñanza. Su transmisión oral, semanal y nunca repetida en mas de veinte años, se tornó para Lacan insuficiente y es así como recurre a la escritura. Escritos con una clara finalidad: poner algunos puntos de referencia, algunos mojones, como postes que se fijan en el agua para enganchar los barcos…

Escritos como pilares a los cuales pudieran engancharse y sostenerse los psicoanalistas en su experiencia más urgente. Los Escritos solo estuvieron pensados para ellos.

Se puede pensar que la escritura y publicación de estos textos fueron la respuesta de Lacan en distintos momentos de urgencia atravesados por personas que tienen que hacer algo que no es fácil de hacer, los psicoanalistas.

Sus Escritos no fueron pensados para el público corriente y no le interesa que entren en el movimiento cultural, ya que la condición sería la trituración del texto en un intento de homogenizarlo y volverlo comunicante con todo, empuje de la civilización.

En su enseñanza hay algo distinto. Se trata, dirá, de procedimientos técnicos y precisiones formales que conciernen a una experiencia que, o bien es seria o es loca: la experiencia psicoanalítica, una operación de discurso.

En una sociedad que tiende a la homogenización idiotizando a los sujetos por medio de la cultura, y en la que el cientificismo se expande cada vez más, para Lacan el psicoanálisis aparece como una oportunidad de recomenzar; para él cumplió esa función, dirá: yo necesité del psicoanálisis para poder salir. Los sujetos de esta civilización no dejan de ser efectos del significante, sujetos que tienen que situarse como pueden en esa cadena, y que por muy idiotizados que estén no se libran de momentos en los que tienen que recomenzar, lo que a su vez es la exigencia incansable del sistema. De alguna manera el sistema pone en crisis al sujeto permanentemente al exigirle, incansablemente, recomenzar. A diferencia de la exigencia del sistema Lacan dirá que hay un lugar en el que se sostiene al sujeto y que ese lugar es el inconsciente.

 

Entonces, habrán escuchado a Lacan

Freud. Crisis en la tradición filosófica

 

Lacan se pronuncia en la Facultad de Medicina de Estrasburgo. Es del comienzo de su conferencia de donde es tomado el título de la misma. Lacan cuestiona nada mas comenzar que el significante “conferencia” nombre su manera de dirigirse al auditorio. Lo atribuye a un significante propio de la Universidad, esa que cree aún en el “universo del discurso”, ilusión proveniente de la historia de la filosofía que promueve que habría una continuidad entre distintas etapas del pensamiento, una cierta armonía sucesoria. Esto no ha sido así, la propia historia muestra que solo se ha avanzado por ruptura, sucesión de pruebas y comienzos, cuestionamientos radicales que lo desorganizan todo.

Lacan plantea que su enseñanza está al servicio de poner de relieve la función de Freud como fractura a partir de la cual incidió en la historia del pensamiento.

La tradición filosófica pretendía hacer del pensamiento una función autónoma y lo suponía un acto transparente para si mismo. Amor por el pensamiento que les hacía considerar al ser humano un privilegiado por sobre las demás especies. La tradición filosófica entrará en crisis. Freud con su descubrimiento generará en ella una fractura irreparable, al plantear que “pensar”, al igual que el bacilo de la peste, lejos de ser un privilegio, puede producir enfermos; y que el ser humano, lejos de ser transparente para si mismo gracias al pensamiento, tiene en su seno la secreta advertencia de que se ignora a si mismo.

Freud produce una ruptura al mostrar que no hay ninguna suerte de privilegio en el campo humano, que el “ser civilizados” no hace al ser humano exento de impulsos ni de aberraciones.

Freud pone en crisis la tradición filosófica con su descubrimiento del inconsciente y fractura la supuesta superioridad del pensamiento.

La propia ignorancia sobre si mismo que habita en el ser humano sería una especie de caja de resonancia donde se habría alojado el nombre de Freud, y Lacan conecta esto con que de sus Escritos, aparentemente incomprensibles, estén vendiéndose tantos ejemplares: ¿Quizás necesitan tener un lugar donde perciben que se habla de lo que ellos no comprenden? ¿Porqué no?

Sus Escritos, al igual que toda su enseñanza, se han dirigido a los psicoanalistas. Se dirige al psicoanalista que no solo debe haber leído más o menos bien a Freud, plantea, sino que además sabe de su dependencia con el fantasma, a la vez que no debe considerar que sabe, ya que a él se lo consulta sobre lo que escapa al saber, precisamente. Lacan advierte que al psicoanalista le conviene saber que no sabe, y en un momento consentir ocupar el lugar de eso que cae para siempre. Quizás entonces habrán escuchado a Lacan…

 

Celeste Stecco. Miembro ELP y AMP. (Texto elaborado en el marco de la Comisión Bibliográfica). 

 

 

 

 

[1] Lacan, Jacques: Mi enseñanza. Ed. Paidós. Año 2007

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